miércoles, 28 de noviembre de 2012


La mesa de luz repleta de pequeñas confesiones escritas. Recuerdos que invernan. Una habitación que yo mismo había saqueado años atrás. Tirado en una cama. Descomponiéndome de la lejanía. Una mujer que ya se declaro vencida. La noche se convierte en derrota. Casi – dice Nito. Y es como si el techo se desmoronase. El Che. Mafalda. Un lado oscuro de la luna que le hace sombra a un Charly que parece nuevo. Ese había sido yo hace mucho tiempo. Mi colchón. Una novia que durmió en él a escondidas. Ex novia, tiempo después. Mamá golpea la puerta porque sabe que está cerrada. Estoy durmiendo dice un chico que se parece mucho a mí. Un placard clausurado. El suelo sostiene un menjunje de ropa. Mi cabeza acaricia la almohada intentando convencerla de que todavía hay tiempo. El sol del patio interno se anima a espiarme desde la ventana. Me tapo porque no quiero que me vea. Las ventanas casi se incendian. Y mi colchón me echa. Desalojo involuntario. Diluvio de realidad. El sol se escapa. El patio interno se duerme. Ya es de noche – anuncia Nito. Y la dignidad se deja vencer por la clandestinidad de la noche. Todos vuelven de visita hasta los que habían prometido no volver. Otros me abandonan para siempre. Cae granizo. Los recuerdos se despedazan al chocar contra la cama. Marina se sostiene del colchón con ansias viejas. Las de antes, las de mucho tiempo atrás. Nos abrazamos en un ataque de nostalgia que duro casi una vida. El granizo ceso. Y la lluvia borro todo. Se inundo el colchón pero para ese momento ya estábamos separados.

Manuela Bares Peralta.

domingo, 18 de noviembre de 2012


El sol se encendía con la misma energía y prontitud del antiguo, de ese que ves cuando sos chico, del grande e inmenso. Iluminaba con la fuerza de un corazón agitado, y lograba unirse a él como si fuesen amantes en mi frente. En ese momento, supe que así me gustaría dormirme. Teniendo el cielo a medias, para sentirlo casi humano. La tierra de la galería apenas respiraba como el pecho de mamá antes de hacerme dormir. Violento de tan suave.

Manuela Bares Peralta.

jueves, 24 de mayo de 2012

Amantes


Una mirada sobreactuada de desinterés que ambos acordamos en silencio. Las puertas se abrieron acompañadas de un quejido estruendoso y entramos separados por el apuro de la gente. Los brazos se golpeaban compartiendo caricias involuntarias. Una señora abrazaba su cartera mientras nos miraba a nosotros -sus acompañantes -con ojos llenos de inseguridad. Un hombre que se desvanecía dormido sobre el brazo de su mujer que con equilibrio absurdo se pintaba los labios. Y ella escondida detrás de una pareja que se abrazaban indiferentes mientras él le dedicaba una mirada a la mujer de piernas largas. Nos espiábamos por los huecos que se abrían en cada parada. Y cuando sentíamos que nuestras miradas rozaban lo obsceno nos escondíamos al igual que lo hacían los amantes entre la gente. Perdíamos nuestra mirada en alguna propaganda y hasta las letras pequeñas cobraban una importancia grotesca. Y devuelta el  encuentro. Coqueteos torpes. Ella batía su cabello con nerviosismo de principiante. Cuando creía que no la veía deslizaba sus dedos por debajo de sus ojos para asegurarse que el sudor subterráneo no le hubiera arruinado el maquillaje. Sonrisas furtivas que compartían lo vergonzoso. Miradas ajenas repletas de atención desmedida. Enamoramiento que estaba a punto de alargarse hasta la última parada. Una estación cercana y ambos alejados por la multitud. Su respiración entrecortada que había guardado en mi memoria lograba interrumpir la comparsa de insultos que entonaban el resto –pero de los lindos– que le dedicaban a gritos histéricos al chofer en cada parada y nosotros  nos jurábamos salir del vagón juntos. Después se acomodaban. Muy cerca. Casi abrazándose. En la parada llega la pelea. Distanciamiento. Choques que se convertían en abrazos. Y enamoramiento otra vez. Las puertas volvieron a abrirse y ambos parecíamos desafiar al destino. La vi entrelazarse en los brazos de otro con romanticismo exagerado. No había celos. Lo nuestro fue un noviazgo casi perfecto.

Manuela Bares Peralta.

Cuadrado come verbos

el ellos intruso
el yo solitario
el vos de los celos
el nosotros lejano

Manuela Bares Peralta.

miércoles, 29 de febrero de 2012

"Inundaciones que no acaban..."

miércoles, 15 de febrero de 2012

"tener quince años y una causa arrasadora. Todo parecía nítido en ese final de invierno y en la primavera que lo siguió: el pueblo de un lado, unido en defensa de algo tan cristalino como la educación popular; el gobierno del otro, aliado al poder eclesiástico y queriendo imponernos una enseñanza dogmática y elitista. No importa si los motivos de unos y otros fueron menos transparentes. A los quince años, bajo las glicinas a punto de florecer y a la luz de un lema que parecía condensar todo lo bueno y todo lo malo que es posible para la especie -laica o libre, decíamos, seguros de que estábamos abarcando el universo-, creímos verificar para siempre palabras leídas como unción: la causa del pueblo es la causa justa, toda causa justa conduce a la victoria, nosotros tenemos un papel que cumplir en ese camino a la victoria (...)".

Liliana Heker - "El fin de la historia".

domingo, 28 de agosto de 2011

Puro Galeano

"A veces se confunde la 'libertad de expresión' con 'la libertad de presión'; o se le reduce a la voluntad de grupos de empresarios que deciden qué noticias existen y qué noticias no existen. Entonces lo principal para abrir un espacio nuevo que sea de veras una respuesta democrática a ese totalitarismo que confunde la comunicación con un negocio (cuando la comunicación es en realidad un derecho humano, no un negocio) lo más importante es que esos espacios nuevos sean de veras abiertos, que no sean "Miedos de comunicación" sino Medios de Comunicación, donde se escuchen voces diversas, donde haya plena libertad para que la comunicación sea Comunicación DE VERDAD".
(Eduardo Galeano - Entrevista canal "Telesur" 2009).