
Yo soy de esa generación que se enamoró de los Beatles, que cantó todas las canciones de Pink Floyd en la ducha y que rockeo con Genesis (eso si en la epoca de Peter Gabriel). Pero a fin de cuentas, todas esas grandes bandas ya se habian separado cuando comenzaron a gustarme, es más antes que yo naciera. Entonces, hay un cancionero limitado, una cantidad precisa de grandes peliculas y en cuanto a verlos solo en la tele. Hace unos años atras, si bien no pude ver a Pink Floyd, vino Roger Water, y en ese River repleto nos contagio algo del misticismo sinfonico de The Dark Side of the Moon y de esa revolucion musical que fue The Wall. Y en cuanto a los Beatles, ni John ni Georgie están más, y Ringo si bien tiene lo suyo es Paul por el que siempre tuve una debilidad. Ese chico melenudo y menudito del videoclip de Help! es el genio musical de la era pasada y la nuestra. Y después de tantos tire y aflojes de la llegada a Paul en la Argentina al fin se dio. Verlo en vivo fue un sueño. No mesquino en cuanto a repertorio, hizo una pasada por sus discos solistas, algun que otro temina de The Wings y los tan esperados temas beatles. Un Hey Jude que se alargo infinitamente, un All my loving que fue la primera gran ovación y un Eleanor Rigby que le ponía a uno la piel de gallina. Si bien el hambre Beatle es insaciable y es imposible no lamentarse un Revolution, un Strawberry Fields Forever y un She is leaving home, fue un show sin desperdicios. Paul, si bien con unos años de más, seguía siendo el mismo chico de Liverpool que armaba canciones con una cuerda. Y sus fanaticos, con diferencias generacionales de por medio, también seguían siendo los mismos que enloquecían al compás de Back in the URSS. Paul es sin dudas un músico atemporal.
Manuela Bares Peralta.
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