jueves, 24 de mayo de 2012

Amantes


Una mirada sobreactuada de desinterés que ambos acordamos en silencio. Las puertas se abrieron acompañadas de un quejido estruendoso y entramos separados por el apuro de la gente. Los brazos se golpeaban compartiendo caricias involuntarias. Una señora abrazaba su cartera mientras nos miraba a nosotros -sus acompañantes -con ojos llenos de inseguridad. Un hombre que se desvanecía dormido sobre el brazo de su mujer que con equilibrio absurdo se pintaba los labios. Y ella escondida detrás de una pareja que se abrazaban indiferentes mientras él le dedicaba una mirada a la mujer de piernas largas. Nos espiábamos por los huecos que se abrían en cada parada. Y cuando sentíamos que nuestras miradas rozaban lo obsceno nos escondíamos al igual que lo hacían los amantes entre la gente. Perdíamos nuestra mirada en alguna propaganda y hasta las letras pequeñas cobraban una importancia grotesca. Y devuelta el  encuentro. Coqueteos torpes. Ella batía su cabello con nerviosismo de principiante. Cuando creía que no la veía deslizaba sus dedos por debajo de sus ojos para asegurarse que el sudor subterráneo no le hubiera arruinado el maquillaje. Sonrisas furtivas que compartían lo vergonzoso. Miradas ajenas repletas de atención desmedida. Enamoramiento que estaba a punto de alargarse hasta la última parada. Una estación cercana y ambos alejados por la multitud. Su respiración entrecortada que había guardado en mi memoria lograba interrumpir la comparsa de insultos que entonaban el resto –pero de los lindos– que le dedicaban a gritos histéricos al chofer en cada parada y nosotros  nos jurábamos salir del vagón juntos. Después se acomodaban. Muy cerca. Casi abrazándose. En la parada llega la pelea. Distanciamiento. Choques que se convertían en abrazos. Y enamoramiento otra vez. Las puertas volvieron a abrirse y ambos parecíamos desafiar al destino. La vi entrelazarse en los brazos de otro con romanticismo exagerado. No había celos. Lo nuestro fue un noviazgo casi perfecto.

Manuela Bares Peralta.

Cuadrado come verbos

el ellos intruso
el yo solitario
el vos de los celos
el nosotros lejano

Manuela Bares Peralta.